Quince años de papeleo y lucha encarnada contra el consejo municipal fueron insuficientes. La derrota no hundió a May y reforzó su pasión por su proyecto de vida. Con 60 años decidió trasladar pieza a pieza su vivienda.
“No pienso perder esta maravillosa casa; mi casa. Si realmente consideran que esta es sólo una vivienda en medio del camino, la moveré y la re-erigiré antes que verla destruida”En 1969 las excavadoras llegaron a la puerta de su casa, el proyecto de May ya había comenzado. Había numerado todas y cada una de las vigas, piedras, pilares y tejas para su posterior identificación y re-ensamblado como rompecabezas gigante.
Clasificando las tejas.El esfuerzo generó la compasión del equipo de demolición, que ayudó a May a desmontar más cuidadosamente la poderosa estructura de madera de la cubierta. Con grasa y con pinturas de colores infantiles, May catalogaba y clasificaba todas las piezas de la casa a lo largo de la parte de la parcela no expropiada. Conforme desmontaba su casa, las noches se hacían más frías y descubiertas porque May seguía viviendo en el esqueleto de lo que fue su casa.Poco a poco la historia traspasó fronteras y corrió la voz por condados vecinos. Algunos turistas que pasaban ayudaban a May con su tiempo o sus donaciones, lo que le permitía sobrevivir y comprar lo imprescindible.
May estuvo mucho tiempo buscando terreno para reconstruir su casa. Encontró un solar en la cercana ciudad costera de Wells Next The Sea, en Norfolk, y obtuvo el permiso de planificación para sentar las bases de su nuevo hogar. Una pequeña camioneta e infinitos trayectos hicieron de la mudanza una de las más largas de la historia. 23 años moviendo piedras. Durante el eterno traslado, las condiciones de May fueron de auténtica penuria. Sin electricidad, ni agua corriente se tenía que conformar con lámparas de parafina victorianas. Un pequeño reloj servía como cronómetro para contar las vigas y piezas que tenía que extraer cada día, ordenando plazos y objetivos de trabajo. Una pequeña y vieja caravana abandonada servía ahora de refugio para el descanso. En 1973 ya tenía levantado los cimientos y el zócalo de ladrillo de la nueva casa. Pero no fue hasta 1981 cuando logró cubrir aguas y colocar las viejas tejas. Fue el momento, en su 70 cumpleaños , de trasladarse a su nuevo (viejo) hogar. Un puzzle como una casaEn 1986 la mismísima Reina de Inglaterra, reconociendo todo el trabajo y esfuerzo desplegado, invitó a May Alice Savidge al Palacio de Buckingham en recepción oficial.
A pesar de su edad, con 76 años seguía encaramada a unos andamios provisionales para terminar las ventanas del bajo-cubierta y el enfoscado de fachada. En 1992 pudo instalar una pequeña estufa de leña para calentar la construcción. May murió en 1992, justo antes de cumplir los 82 años, con la casa prácticamente terminada pero con la sensación de ser una frágil cáscara de papel según uno de los constructores encargados de su rehabilitación.Su sobrina y heredera Christine Adams, ha recopilado más de 500 cartas, diarios y escritos que su tía hizo durante los 23 años de reconstrucción para contar los pormenores y sinsabores de esta fantástica historia. Actualmente la casa es un Bed & Breakfast regentado por Christine.
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